viernes, marzo 09, 2007

ALICIA VA EN EL COCHE



Alicia no quiso salir más de la casa que heredó de su madre. Más de 20 años estuvo encerrada conformándose sólo con mirar a través de una ventana empavonada de polvo y con el recurrente recuerdo del bello rostro que en antaño tuvo. En ocasiones se miraba al espejo y repasaba cada milímetro de su cara, para luego bañar su cuerpo en talco y agua de colonia.

De anciana, su rutina variaba cada cinco años, la que fue descontando acciones a lo largo del tiempo. Por las tardes se sentaba en un sillón lleno de pelusas junto a su perra a mirar televisión, a disfrutar de aquella programación basura en donde encontraba los amigos y familiares que nunca fueron a verla. Reía y lloraba junto a las historias de mediatarde, sentía celos de sus nietos cantantes, de sus amigas entrevistadas, de sus hijos actores. Quería decirles como conducir su vida, gritarles que aquella novia modelo no les convenía.

A pesar de ello, Alicia jamás perdió el juicio siendo anciana. Eso fue antes, cuando fue una joven impulsiva y dejó que las cosas le sucedieran hasta no dar pie atrás, olvidando –incluso- sus responsabilidades de madre. Ese fue su calvario, en silencio nunca pudo perdonárselo. Lo recordaba todos los días al ver como envejecía junto al tipo con que arrancó de sus deberes y tenía su casa hecha una zahúrda, con el tipo que espantaba sus visitas con una lengua áspera e inmunda. Nunca tuvo el coraje de dejarlo.

Alicia se fue quedando sola mientras el calendario se le venía encima. Junto a las manchas en sus manos y la caída de sus dientes negros también llegaron a su cuerpo debilitado las enfermedades y un profundo deseo de dejar esta vida. En febrero cayó hospitalizada.

Su estado era grave, pero con un auspicioso diagnóstico. Así fue como en cortos tres días logró ponerse en pie y reclamar por que no le brindaban la atención que requería al momento de evacuar. Al hospital público llegaron algunos familiares a los que les recordó cuando eran niños y les cantaba "Alicia va en coche" en una ronda que sacaba la mejores carcajadas infantiles. Todos asintieron con la cabeza mientras miraban impactados su larga cabellera blanca y su rostro deformado por la ausencia de la placa dental. No le entendían del todo.

Se recuperó bien, por eso los médicos no encontraban explicación cuando a las 06:15 horas de la madrugada su corazón dejó de latir. Ella siempre pensó que la única forma de superar su senil agorafobia era por una grave enfermedad o su muerte, lo que finalmente ocurrió. El velorio fue en una Iglesia cercana a su casa con no más de 9 personas acompañando su féretro y dos ramos de perfumadas rosas blancas. Le miraron dentro. Lloraron por ella.

Iba su cuerpo en el carro camino al cementerio, todos hicieron un resumen de su vida, todos recordaron los cánticos infantiles y repetían en su mente acongojada la melosa letra de "Alicia va en coche". Eran las 12:00 horas cuando el cajón comenzó a bajar. Sus hijos guardaban silencio. Su marido caminó con rumbo desconocido.