martes, agosto 02, 2005

THE OTHER...

Hoy amaneció el otro yo. Lo sentí cuando estaba deslizando el jabón en mi pecho en medio de una quemante ducha. Lo noté desde anoche. Me dormí sabiendo que lo llamaría en un reiterativo y delirante sueño.

Por la mañana hice lo acostumbrado. Me levanté, oriné. Encendí el califont, me bañé. Sin embargo, no era yo. Es como observar desde un cuerpo extraño y ajeno. Como en una tribuna ausente en vívido tecnicolor y –claramente- fuera de foco.

Desde pequeño que el otro yo viene a visitarme. A veces hasta me caía bien. La primera vez que lo conocí estaba sentado en medio de una plaza de barrio, justo al lado de un perfumado cedrón infectado.

Llegó sólo. Estaba vestido con una jardinera roja, beatle blanco y lustrosos zapatos azul marino. Vestía como yo. Hablaba como yo. Lo vi desde la banca del frente. Yo comía un pan con mantequilla frío y abierto, observando mudo el increíble parecido con ese extraño espejismo. Teníamos 4 años .

Pensé que tenía un hermano. Le llamé. Lo conocí. Jugamos hasta entrada la adolescencia, hasta que tomó posesión de mí, invadiéndome. Por fin encontró el cuerpo que envidiaba. Los ojos por los que –ahora- podía ver, la boca por la que podía lanzar sus propios escupitajos.

El otro yo ha crecido conmigo, hemos vivido juntos por más de 25 años. Por fin de adulto supe controlar sus pasiones, incluso fumando el mejor de los porros. Supo comportarse, supe dominar mi lugar. Es curioso, pero el otro yo sufre de náuseas por la mañana, igual que yo.

Como a un familiar cercano, de vez en cuando le necesito. Lo llamo. Lo invito a entrar y ver el mundo con mis ojos, a sentir lo que no quiero, a disfrutar de mis mejores momentos. A veces viene solo. Viene a aconsejarme. Me quiere, simplemente, me quiere.